sábado, 2 de abril de 2011

PEQUEÑO POEMA EN FORMA DE CUEN

La idea es que, antes de que cante un gallo, cante, no sé, un hipopótamo o cualquier otro bicho que no tenga por costumbre cantar (y que el gallo se quede mudo), la idea es que pasen durante un minuto, en orden y de forma civilizada, dos millones de segundos, o dicho con más cursilería: la idea es hacer rapsodia de un suspiro. Apenas nada, la i de la idea, lo anterior a la semilla, un gato sin pies reptando alegre, un espejo de espaldas, un marco en el suelo, un armario desierto. La ida es como cuando alguien te grita ¡Mira, mira! y miras tarde y cuando miras ya no hay nada, se ha perdido. La idea es el ángel que tropieza en los silencios porque es torpe y va con prisas, lo que encierra un cero tras sus paredes, la idea es lo que se derrama en el vacío. La idea es tan corta, es tan poca, que puede naufragar en una lágrima y al mismo tiempo es un pajar de plomo y la biografía de un chasquido. Sólo es eso, un mísero y fugaz principio, para ti, para que luego lo acopies como agua entre los dedos y en tu linda cabecita imagines lo que falta y lo termi

…entonces se hace cuento.

jueves, 17 de marzo de 2011

ENSAYO SOBRE LA INOCENCIA

Estaban en el jardín. El hombre se acercó a la niña con lentitud y esbozó una sonrisa. La miró fijamente a los ojos y se agachó hasta alcanzar su misma altura. Le dijo: tírate al suelo. La niña obedeció. Sus tirabuzones rubios se tendieron libremente en la hierba, dejando a la intemperie sus pequeñas orejas, recién perforadas por unos pedientes de perla diminutos. Se le cayó también uno de sus zapatitos beige al ladito de su pie izquierdo. El hombre, arrodillado, se arrimó más, cargó su peso sobre sus manos y el peso de sus manos sobre el césped, pintando de sombra toda la parcela que ella ocupaba. Entonces la abordó. Los ojos azules de la niña se abrieron como platos y sus pequeños labios se fueron separaron poco a poco, mostrando así algunos vacíos en su dentadura, preciada propiedad ahora del Ratoncito Pérez. Todos los músculos de su grácil cuerpo se tensaron, como si intentaran alcanzar sin éxito su máxima extensión. Su blusa quedó plagada de arrugas y su naricita hizo una mueca extraña. El hombre alargó la mano y desabrochó los botones inferiores de la blusa. La dulce barriguita quedó desnuda, haciendo evidente una respiración nerviosa y entrecortada. Su minúsculo ombligo daba la impersión de estar trazado con un compás sobre su piel blanca. El hombre hizo una pequeña reverencia con la cabeza posando su boca en la barriguita de la niña, que cerró los ojos al tiempo que el hombre soplaba. En el jardín retumbó un sonido parecido al de un pedo y una carcajada angelical.

viernes, 4 de febrero de 2011

POEMA PARA ELISABETH

Me pellizcas varias veces, me das palmaditas en la mejilla, me gritas, me coges de los pelos y me sacudes la cabeza, luego me arañas, me empujas, me pegas patadas y puñetazos en la cara e intentas asfixiarme con un cojín.

Cuando caigo en la cuenta de que estás asustada, de que te sientes sola en la vigilia, de que sólo intentas despertarme de un sueño demasiado profundo,

yo ya estoy malherido. Y te odio.

domingo, 9 de enero de 2011

COMO DIRÍA MI ABUELA

Pudo haber sido apuesto abogado, futbolista legendario, maíz, guepardo, un microbio de primavera, ladrón de bancos (y solo de bancos), una amapola, pudo haber sido incluso actor de cine o de teatro o luciérnaga u oso pardo, pudo haber sido mujer -mujer bonita, claro; bueno, en realidad casi cualquier mujer hubiera estado bien- o carmín o la aguja de un reproductor de vinilos o pudo ser seda o superhéroe o el gato de una casa con jardín. ¡Pudo haber sido tantas cosas! Y sin embargo, me tocó ser justamente yo, siempre yo. Así que, si me preguntas por la reencarnación, te diré que no te fíes, que, como decía mi abuela, virgencita que me quede como estoy: muriéndome a cada rato.