domingo, 19 de diciembre de 2010
VEINTIUNO DE MARZO
domingo, 5 de diciembre de 2010
(EL CUENTO DE GERMÁN)
(Ilustración de Marc el Tracio)
Dice mi amigo Germán (que en instantes se ilumina y dice cosas interesantes) que el nombre está alcanzando cada vez mayor trascendencia, a causa, sobre todo, de los avances tecnológicos y de las redes sociales. Lo dice porque se ha dado cuenta de que no deja de ver el nombre de su pareja en todas partes: en el móvil, en su e-mail, en el Facebook... Y que en cambio, a ella, la ve escasamente, dado que ambos trabajan en horarios distintos. Dice que su pareja se está convirtiendo poco a poco en un nombre. Luego me dice que no se me ocurra escribir un cuento sobre ello (el cuento podría tratar de cómo un matrimonio decide cambiarse los nombres con tal de estar con otra persona: Maria Dolores empezaría a llamarse Matilde, por ejemplo, y Juan, que ahora es Pedro, comenzaría a mirarla de otra forma y le resultaría más atractiva así. Pero también de cómo con el tiempo empezarían a hastiarse de los nuevos nombres, y de cómo se buscarían otros nuevos en cada discusión hasta que al final los olvidaran por completo, primero el del esposo o esposa en cuestión -y se llamarían solo cariño o cielo entre ellos- y luego su nombre primero, y de cómo finalmente, dejarían de saber quién son y qué demonios hacen metidos en esa relación con un completo desconocido. Todo un drama, vamos…). Pero, en todo caso, si Germán me pide expresamente que no lo haga y puesto que él es escritor y no escriba como yo, la dejaré entre paréntesis para que nadie la oiga de mis letras, pues no puedo evitar robarle los cuentos a la voz con tal de que no queden callados frente al tiempo.
jueves, 11 de noviembre de 2010
DIEZ MIL Y UNA NOCHES
Cuenta la leyenda que Tarik El-Fayan escapó de la antigua ciudad de Dahra Al Rami con un misterioso pergamino en la mano. Poco después, los soldados del Sultán salieron en su busca. La persecución a caballo por el desierto duró meses. El maestro de Tarik, se rumoreaba, había sido un sabio escorpión de las arenas del sur y le había mostrado todas las esquinas del Sáhara antes de su pronta muerte, víctima de un castigo divino, rendido ante una tormenta furibunda a escasos metros de allí. Pero eso es otra historia. Agotados, se detuvieron a beber en un oasis. Tarik puso primero un dedo en el agua y tras comprobar que era real (muchas otras veces había intentado un chapuzón sobre la tierra caliente) introdujo la cabeza entera. De las profundidades surgió un Genio:
- Tarik El-Fayan -le ordenó- entrégame el pergamino. En caso contrario acabaré con la vida de tu caballo.
Tarik, cegado por la codicia, se negó. Mil espadas se clavaron entonces en el lomo del animal que, súbitamente, fue devorado por el Genio de un solo bocado. Tarik huyó hacia las dunas y permaneció allí durante años, sin rumbo concreto, pues sabía que en todas partes le buscaban y que todos los reyes anhelaban su pergamino. Finalmente se dejó perecer a la entrada de la estepa, sepultado por silencio y el viento áspero del invierno.
Pasaron los siglos y una joven nómada de piel tostada halló el pergamino bajo la arena, se escondió en unos arbustos y lo leyó en secreto. Inmediatamente, fue trasladada a un mundo extraño repleto de artilugios maléficos donde las letras tenían otras formas y articulaban un idioma incomprensible (que sin embargo entendía), un lugar donde la luz nacía del techo y el ruido era insoportable, un lugar donde vestían ropajes insólitos y donde los edificios ensombrecían las montañas, perdida en un tiempo sin memoria y carente de fe, muy lejos del desierto. Cuenta la leyenda que todo aquel que ha vuelto a leer ese cuento ha sufrido el mismo hechizo.
viernes, 5 de noviembre de 2010
EL GLOBO Y EL CABALLO
lunes, 1 de noviembre de 2010
NO TE ENTIENDO
miércoles, 13 de octubre de 2010
LOS REYES MALOS
Los torpes pasos de un niño de tres años sobre las baldosas del baño suenan como los lamidos de un gato en un cuenco de agua. El niño se resbala y cae. ¿Pero que haces? Grita la madre fregona en mano. ¡Véte a la cocina ahora mismo a acabarte la cena! El niño levanta la mirada de su lastimada rodilla, hace centellear sus ojos en un ejercicio calculado de llanto oprimido y arranca un sollozo pirotécnico de sonido parecido al de un globo que se escapa de entre las manos pendiente de nudo. ¡Mi niño! ¡Mi niño! La madre lo recoge del suelo y lo sienta sobre la pica del lavabo, le seca las lágrimas con la yema del pulgar y le besa en los ojos con dulzura. El niño, que no cesa en su gimoteo empieza a balbucear palabras incomprensibles para el oído adulto. ¡Mi niño, perdona! ¿Estás bien? ¿Quieres que te cure la pupa mamá? ¡Papá! ¡Papá! Consigue articular el niño. Papá no está hijo mío, se ha marchado, hoy no va a poder contarte el cuento, no va a llegar a tiempo, pero tú no te preocupes, tú lo que tienes que hacer es cenar pronto y marcharte a la cama temprano y solito como los nenes grandes, que sino esta noche los reyes no van a querer dejarte nada. El niño deja de llorar. Acaba de recordar que es el día de reyes. Está impaciente. La madre arquea su brazo e instala la mano derecha bajo culo del niño, le mece, le susurra y con la otra mano le acaricia el pelo. Te llevaré a la cama. La madre desviste al niño y le pone su pijama, lo acuesta y lo arropa bien con su colcha de Spiderman. Le besa en la frente y apaga la luz. Luego vuelve al baño, pasa el mocho sobre el charco en el que se ha resbalado el niño y lo exprime, recoge el cubo y con mucho cuidado de no pisar demasiado, vierte en el váter todo el líquido rojo que contiene.