domingo, 5 de diciembre de 2010

(EL CUENTO DE GERMÁN)


(Ilustración de Marc el Tracio)


Dice mi amigo Germán (que en instantes se ilumina y dice cosas interesantes) que el nombre está alcanzando cada vez mayor trascendencia, a causa, sobre todo, de los avances tecnológicos y de las redes sociales. Lo dice porque se ha dado cuenta de que no deja de ver el nombre de su pareja en todas partes: en el móvil, en su e-mail, en el Facebook... Y que en cambio, a ella, la ve escasamente, dado que ambos trabajan en horarios distintos. Dice que su pareja se está convirtiendo poco a poco en un nombre. Luego me dice que no se me ocurra escribir un cuento sobre ello (el cuento podría tratar de cómo un matrimonio decide cambiarse los nombres con tal de estar con otra persona: Maria Dolores empezaría a llamarse Matilde, por ejemplo, y Juan, que ahora es Pedro, comenzaría a mirarla de otra forma y le resultaría más atractiva así. Pero también de cómo con el tiempo empezarían a hastiarse de los nuevos nombres, y de cómo se buscarían otros nuevos en cada discusión hasta que al final los olvidaran por completo, primero el del esposo o esposa en cuestión -y se llamarían solo cariño o cielo entre ellos- y luego su nombre primero, y de cómo finalmente, dejarían de saber quién son y qué demonios hacen metidos en esa relación con un completo desconocido. Todo un drama, vamos…). Pero, en todo caso, si Germán me pide expresamente que no lo haga y puesto que él es escritor y no escriba como yo, la dejaré entre paréntesis para que nadie la oiga de mis letras, pues no puedo evitar robarle los cuentos a la voz con tal de que no queden callados frente al tiempo.

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